viernes, 9 de noviembre de 2007

Una noche más


Escucho un tango solitario mientras recuerdo nuestro amor a mil quinientos quilómetros de distancia, no se por qué pero un día estuve en Aquisgrán para nunca más volverla a ver. Ahora estoy aquí, estirado en la cama, con la máscara de mi Continuous Positive Airway Pressure estampada en la cara después de una noche fallida.

Sí, el CPAP es ahora para mí una realidad muy doméstica, a pesar de mis 29 años. A otros les tienen que reconstruir el paladar perforado por el consumo indiscriminado de cocaína, otros han perdido algo más que la plenitud y algunos nunca descubrirán que han sufrido, y sufren, el llamado Síndrome de la apnea del sueño. En definitiva, relativizar es para mí la palabra clave.

Pero ayer la decadencia tenia nombre de bar y yo formaba parte de sus circunstancias; hombres en proporción excesiva, transeúntes extraviados que improvisan performances en estado de absoluta embriaguez y un camarero que parece querer emular a Robert de Niro en alguna escena de Érase un vez América o El padrino. Por si esto no fuera poco, al lado tenemos que compartir la apasionante velada con un grupo de salidos que no paran de excitarse al grito de: ¡Me la tengo que follar!

Finalmente me quedo solo con tres chicas que apenas conozco y que no me suscitan más interés que el de su propia naturaleza sexual. No obstante, y a pesar de ello, me quedo un rato con ellas para analizar las probabilidades de éxito que podría tener en caso de quedarme. Apenas hablamos de algo y cuando decido irme, la chica que más me interesaba, va y me dice: ¿Ya te vas?

Ciertamente la paciencia no es una de mis virtudes, como tampoco lo es la actitud pasivo-especulativa espero-que-haga-o-me-diga-algo de muchas mujeres en la actualidad. En cualquier caso reconozco que con hombres como yo, nuestra especie no tardaría en extinguirse. ¡Viva Darwin y su fucking mother!

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