viernes, 21 de diciembre de 2007

Fragmentos de pateticología aplicada


Existe cierto patetismo difícil de imitar para almas inexpertas, o sencillamente para aquellos desalmados que profesan un profundo apego al amor para demostrar que tienen alma. No es tarea fácil, pienso, llegar a adquirir habilidades en el esquivo mundo de las situaciones bochornosas, y digo bochornosas para no decir patéticas, como lo son la mayor parte de las situaciones a las que me quiero referir.

Mi bagaje en esta materia es amplio y diverso, conozco bien los intríngulis del ser patético y hoy, después de malbaratar una excelente ocasión para tener algo más que palabras con un antiguo amor, me siento en las mejores condiciones para adentrarme en este singular mundo para el que pocos han sido elegidos. Hay que saber muy bien cuando cagarla; saber elegir el momento, la situación y la persona adecuada.

Es en este trance cuando mis innatas cualidades afloran como lo hace el ingenio o la fuerza en otros hombres. Hoy me he encontrado con ella, después de casi 15 años y una intensa noche de sexo pubescente que compartimos absolutamente alcoholizados. No se acordaba de mí, yo sí, y se lo he recordado mientras un discreto rubor me invadía.

A mi me hubiera gustado ser espontáneo y natural, poderle preguntar en el momento adecuado si era la persona que sabía que es. Pero no, ya nada fluye en esos momentos de hipertensión romántica, tan sólo queda el amargo sabor del fracaso y unas manos pegajosas después de sudar tan manido calvario.

No hay comentarios: