viernes, 23 de mayo de 2008

Destroyerismo loser (o un mal día lo tiene cualquiera)



El 2008 parece un gran año; rayas de speed, borracheras infatigables y delirios amorosos abocados al fracaso. Son los 30 (putos años), o las noches donde el sueño se fragmenta clandestinamente. En los días como hoy uno sólo siente el amargo sabor de la derrota.

Mi cabeza vuelve a ser un vertedero de emociones. Ya sólo pienso en cómo suicidarme sin tener que sufrir. Reivindico para mis adentros el derecho a una muerte rápida y segura. Paradójicamente, la vida ofrece muchas posibilidades para acabar con uno mismo, tan sólo es cuestión de decidirse por la que más nos conviene.

Volarse la tapa de los sesos, como se dice en clave cinematográfica, es una opción que ofrece muchas garantías y es estéticamente irreprochable. Pienso, no obstante, que no tengo capital suficiente para costearme dicha suerte.

La opción del pastillazo, es atractiva y se ajusta más a mis posibilidades, pero su carácter depresivo no casa bien con los postulados nietzscheanos que rigen mi vida y espíritu. No quiero morir como un cobarde, postrado en la cama y dejándome llevar, como embebido, por el potencial trágico de mi muerte. Soy romántico, pero no a cualquier precio.

Puerca vida la de los losers como yo, ha llegado el momento de hacer frente al sinsentido y a la fatalidad de nuestras vidas. Propongo muscular nuestras voluntades y afinar la razón para que, llegado el momento, nuestro último acto de vida se convierta en la confirmación más rotunda de la voluntad.

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